El Restaurante Casa Valadez de indudable prestigio internacional, es el único de los siete establecimientos que no acató la disposición del Ayuntamiento de Guanajuato para retirar sus sillas y mesas de un espacio público, que la autoridad municipal esta rescatando para la gente de Guanajuato, en busca de recuperar la imagen del centro histórico y la conservación del patrimonio de la humanidad.
Este restaurante internacional se enreda en una disposición local, municipalista, enviando un mensaje que fomenta la anarquía, el desorden, la rebeldía y la prepotencia.
Todo esto, haciendo uso de un amparo Federal.
La ex diputada y ex regidora del PAN Karen Burstein Campos, propietaria del Restaurante Valadez fue la única persona que no respetó la decisión de la autoridad, para retirar su extensión de negocio que opera fuera de toda norma.
Sigue instalada no sólo con sillas y mesas, sino con todo un restaurante rodante sobre el jardín de la Unión, ocupando los pasos peatonales en el centro histórico de Guanajuato.
No respeta las disposiciones de la autoridad municipal, y aprovechada de un amparo y un permiso anual que le concedieron cuando era regidora por segunda ocasión; desacató la decisión colegiada del Cabildo.
Manda la ex diputada una pésima señal en contra de los propios ciudadanos guanajuatenses que han exigido a la autoridad, el rescate de espacios públicos para la gente de Guanajuato.
El edificio que ocupa el restaurant Casa Valadez, es una impresionante reliquia de la arquitectura guanajuatense de principios del siglo XIX, quizá anterior en sus vestigios, solo que ahora presenta una imagen fea, demacrada, populachera, al quitarle la vista a la fisonomía de su hermoso pórtico por el que cruzaron intelectuales y presidentes de la República desde sus inicios como principal casa de atención a turistas y guanajutenses.
Esa joya fue parte del escenario natural, incluso porfiriano, en el que aquellas viejas carrozas y primeros automóviles ford, se tomaron las fotos inmortales del México y el Guanajuato que añoramos.
Hoy es un tianguis cubriendo la entrada a ese glorioso pasado de Casa Valadez, por el capricho de la ex diputada y ex regidora que conociendo de Leyes, haciendo sin embargo uso de un derecho por la vía del amparo contra actos de la autoridad municipal de la que ella formó parte, antepuso sus intereses particulares y de dinero, por encima de los intereses de la gente, la gente que la llevó a probar ese poder público.
En tanto el empresario Ricardo Herbet Chico, si accedió a respetar la decisión de la autoridad, el café la Galería dejó de funcionar en la extensión de uso de suelo en la vía pública.
Este negocio con el permiso de sacar sillas y mesas venia funcionando en la banqueta que ocupa una esquina del Teatro Juárez. El edificio del restaurante establecido se encuentra en la parte frontal del Teatro.
Herbert sin embargo dejó claro ante el Ayuntamiento que a pesar de que el se reserva su derecho para ejercer su derecho al permiso, por la vía legal, respeta la decisión de la autoridad, pero celebra que en ningún momento deba romperse el diálogo.
Galeria y Valadez son dos de los siete negocios que no recibieron permiso de la autoridad municipal para seguir ocupando la vía pública.
Como se sabe, el resto de los restaurantes que tienen permiso para sacar sillas y mesas en la calle de centro histórico, bajo los contenidos y disposiciones de un total de 22 expedientes que tomó la opinión de expertos, de INAH y del propio Ayuntamiento, deberán acatar las disposiciones de recortar el espacio que ocupan, es decir, retirar una cantidad de sillas y mesas para aligerar el paso al peatón.
También y después de muchos años de anarquía, los negocios conocidos como Santa Fe, Bar Luna y Oreja de Van Gogh deberán quitar a la brevedad los anclajes que fueron colocados en los pórticos de edificios históricos en el centro de la ciudad, mediante el cual sostienen aún, enormes toldos, de tela y metálicos, que afectan la fisonomía de la ciudad y dañan el patrimonio cultural de la humanidad.
Estos toldos anclados a los pórticos, dan una imagen deprimente a los negocios que atienden a turistas de clase mundial. Más bien parecen tendajones de la Lagunilla, que restaurantes bar atractivos para el turismo.