Brescia, Italia, 4 de junio de 2017.- Jorge Torres Sáenz entiende la música como una forma de vida, “como una forma de intensificación de la vida, de aproximación al mundo, aproximación a partir de los sentidos y de una excitación vital que produce la música y que sólo la produce ella”.
Revela que su interés consiste en explorar la música desde un punto de vista material: la relación entre sonido y sentidos. Y es precisamente lo que intenta descifrar a través de su música: “cómo nos afecta, cómo es que ese juego de fuerzas, ese conjunto de fuerzas, ese dinamismo transforma nuestra relación con el mundo”. El estilo y la técnica las considera como elementos secundarios, “pueden ser miles de técnicas, sólo son herramientas, sólo son caminos para transformar algo, me importa eso, la transformación a través del sonido”.
La creación, dice, tiene que ver con la cotidianidad, con la experiencia del día a día, con la experiencia de estar pensando y viviendo en términos musicales. Para el compositor la inspiración es un término vago que podría interpretarse como “esta expresión coloquial mexicana que funciona muy bien ‘te cae el veinte’ de algo”, generalmente llega de forma intempestiva, y es entonces cuando hay que “superar los obstáculos a los que se enfrenta al estar transformando la materia, la materia sonora”.
El compositor y teórico del arte cuya obra “explora la posible efectuación correlativa de la reflexión, el afecto y la memoria en los límites de la representación estética”, explica “Lucretius Tragicus”, obra estrenada en Europa por la Orquesta Sinfónica de la Universidad de Guanajuato, con una pregunta difícil de responder: ¿qué implica ser contemporáneo? “Retomando un poco esa discusión me parece que el problema de ser contemporáneo es que hay que estar de alguna manera adherido al tiempo vivido y al mismo tiempo separado, tomar distancia, si uno sólo vive en la época que le tocó sin tomar distancia, no es contemporáneo y lo interesante es ¿qué implica para nosotros la lectura del pasado? Ver los autores que nos apasionan del pasado y volverlos contemporáneos, ese es un reto de cualquier pensador y desde luego de cualquier artista”.
Esta obra está basada en la personalidad de Lucrecio, uno de los catalogados como “Filósofos malditos”, “cuya vida ha sido tergiversada por la historia y que es una figura clave en el camino de pensar la libertad. Lucrecio escribió en el siglo 1 a.C. a propósito de la muerte del alma y del cuerpo, diciendo: no hay nada después de la muerte”.
Es precisamente esa reflexión la que lleva a pensar que “el alma es materia como el cuerpo, estos terrores a los que la religión nos empuja deben ser desterrados de nuestra vida. El espanto no está ahí, el espanto está frente a la radicalidad de la muerte por un lado y a la fuerza del azar, a la condición del azar como aquello que rige todo cuanto hay”. En este punto se encuentra una de las respuestas a qué implica ser contemporáneo, Jorge Torres considera que “leer a estos grandes pensadores nos hace ser más contemporáneos porque nos permite tener una distancia por un lado de nuestro propio tiempo, una distancia crítica con aquello que pasa”.
Egresado del Conservatorio Superior de Música de París, maestro en estudios de arte y doctor en filosofía, añade que los artistas contemporáneos “tenemos la idea de lanzar luz sobre el presente, pero en realidad para un artista estéticamente es un poco lo contrario; es decir, nosotros buscamos de alguna manera ese haz de tiniebla que nos da de frente, ese haz de tiniebla y de oscuridad que es aquello que todavía no alcanza a llegar al presente pero es parte del presente y que nosotros tenemos que intuir, tenemos que, de alguna manera, propiciar ese acontecimiento intempestivo que es lo contemporáneo”.
Para un artista es sustantiva la relectura del pasado y esta visión crítica del presente que, “en mi caso, desde luego es estética, es la música la que de alguna manera se pone en ese lugar y nos permite hacer escuchar, como diría el filósofo Gilles Deleuze: ‘hacer audible fuerzas que no lo han sido’”.
La música contemporánea, una nueva visión de México
Sobre el estreno en Europa de “Lucretius Tragicus” por la Orquesta Sinfónica de la Universidad de Guanajuato, Jorge Torres Sáenz revela que no es la primera ocasión que trabaja con esta orquesta y su Director, “creo que el momento era muy propicio para trabajar con la orquesta que está en este momento tan singular, de tanta plenitud y poner una obra en manos de un Director de ese calibre, de ese talento. Tener la oportunidad de tener una obra contemporánea que está cargada de esa vibra, de esa oscuridad y esa tiniebla y que haga presencia y se aprecie que, en todo caso, hay otro México, muchos, el mío es uno de tantos”.
Reconoce que “la música contemporánea requiere una forma de profundizar muy distinta, se requiere de tiempo y normalmente no se tiene”, en este caso se tuvo un número importante de ensayos antes del estreno en México, lo que permite que se vaya alcanzando cierta madurez ya que “cada obra contemporánea es un mundo, entonces me siento muy afortunado de que este mundo haya podido surgir poco a poco gracias a este de trabajo y a los ensayos dedicados y absolutamente profesionales que nos ha dado la orquesta”.
En este sentido considera que el Director Titular de la OSUG es audaz ya que “proponer al público europeo una visión un poco más arriesgada corresponde a una visión de una generación más joven que no le tiene miedo a esto, que le parece absolutamente normal y deseable, y también con una especie de resistencia a ciertos estereotipos que si bien fueron, hasta cierto punto, benéficos en términos de la construcción de la imagen de un país, hoy día pueden resultar contraproducentes en el sentido de empobrecer la riqueza de un país a partir de estereotipos que siempre se tienen que cuestionar”.
“Trabajar en una orquesta de esta manera no es lo común sobre todo con una obra como ‘Lucretius Tragicus’, es una obra arriesgada, fuerte, una obra oscura en el sentido de su búsqueda, (…) requiere un gran compromiso y han tenido compromiso vital desde el primer ensayo, eso desde luego es un privilegio enorme, la calidad de estos músicos, la calidad de su Director, las condiciones en que esto se presenta”, añade.
Jorge Torres Sáenz, laureado por el Conservatorio Superior de Música de París, la Sociedad de Autores y Compositores de Francia y la Sociedad de Críticos de Teatro y Música de México, se dice favorecido de tener la oportunidad de escuchar su obra en distintos escenarios, “es un privilegio enorme para un orquestador, enorme porque la obra cambia literalmente de personalidad según el espacio, he tenido la oportunidad de escucharla en diferentes recintos y para mí también es aprendizaje, desde luego que me siento más que privilegiado”.