Un motivo más para llamar la atención y reubicar las prioridades del país. Me refiero al libro recién publicado y coordinado por el periodista de investigación Salvador Frausto; buena idea periodística, fina y puntual ironía: el lado B de la lista de los más importantes, es decir, haciendo contrapeso a lo que se dice de los más ricos, de la gente “bonita”, de los “dueños del dinero”. ¡Si es que todo ello tiene algún valor!
Angelina es la Mexicana más pobre de la localidad más pobre de Oaxaca, pero podría ser el caso de miles de personas de nuestro país, come hierbas del campo, el cuestionario de la cruzada contra el hambre está sobrado para interrogarla y hacerla merecedora de algún recurso de los programas que administran los gobiernos en sus tres órdenes.
Angelina toma agua caliente para mitigar el dolor de estómago que le causa el hambre, teje sombreros de palma y le pagan a cinco pesos cada sombrero, con lo que tiene para comprar maíz, chile y palma para tejer un nuevo sombrero, es una más de los mexicanos que no tienen para comer todos los días.
Los periodistas fueron a convivir con cada una de ellas, en los lugares donde viven, pero no es mi propósito destacar la tarea de los comunicadores que por sí sola se presenta y da razón de la calidad periodística.
La pobreza en nuestro país es estructural, es la afirmación más contundente y lacerante a la vez, 55.3 millones de mexicanos tienen que elegir entre comer ellos o darle de comer s su familia, son el reflejo de la enorme desigualdad que vivimos en la nación. Sólo el 1 % de los mexicanos concentra el 43% de la riqueza en el país.
Formamos parte de los 25 países del planeta con más índices de desigualdad y de muy poco han servido más de cuarenta años de políticas públicas de combate a la pobreza, en términos reales; los índices de pobreza, de marginación en el país no han dejado de crecer, es decir, los programas gubernamentales no han servido para reducir el número de pobres entre los mexicanos.
Las estrategias de combate a la pobreza en los tres órdenes de gobierno no han logrado cambiar las condiciones de los habitantes de nuestro país. Se ha transitado por décadas en diferentes formas de administrar la pobreza, se ha generado la mayor burocracia en la historia para manejar los programas y tenemos cada vez menor eficacia en la ejecución de los mismos. Sin considerar que la menor eficacia deriva de la incalculable corrupción en el manejo de los programas de gasto social.
Y como si no hubiéramos entendido, los gobernantes actuales “insisten” en más programas de administración de pobreza, con anuncios escandalosos de inversiones millonarias y estudios nuevos, lenguajes “refriteados”, ideas sin contenido y el número de pobres creciendo.
Todos los estados del país tienen sus programas de gasto social, homólogos de los programas federales, algunos con mayor creatividad publicitaria, algunos con mayor objetividad en su enfoque metodológico, algunos con más dinero destinado. Los lamentables casos del uso de los programas de atención a los pobres de nuestro país para “resolver” las expectativas de triunfos electorales, como ya está pasando en los estados donde se tienen campañas electorales este año. Dicho de otra manera; usar el dinero de los programas de gasto social para conseguir votos en favor de quien detenta los programas y las políticas públicas de atención a los pobres de cada entidad, es decir, usando el dinero de los impuestos de los mexicanos para “pagar” a los mexicanos pobres que refrenden su confianza en los gobernantes o candidatos que de manera corrupta, montan en los programas sociales, los compromisos de los ciudadanos pobres para mantener en el poder político a los que les “dan las ayudas”.
Con razón la afirmación: la principal causa de pobreza extrema es la corrupción en el manejo de los programas de combate a la pobreza.
Hasta la próxima PROSPECTIVA.
José Gerardo Mosqueda Martínez,
Presidente del Instituto de Administración Pública de Guanajuato
presidente@iapguanajuato.org, gmg@gerardomosqueda.com.mx
gerardomosqueda/ mosquedagerardo